Mark creció antes de que estuviera disponible el tratamiento profiláctico para tratar su hemofilia. Esto lo dejó con dolores crónicos y falta de movilidad en sus articulaciones. Como la mayoría de los pacientes con hemofilia grave en ese momento, Mark también contrajo el VIH debido al medicamento contaminado que recibió. Además de los efectos secundarios físicos que enfrentó debido a su trastorno hemorrágico, también luchó contra la culpa después de perder a muchos amigos a causa del virus.

Al crecer con un trastorno hemorrágico, Mike desarrolló ansiedad que empeoró con el tiempo. Conectarse con otros hermanos de sangre, ser abierto con su esposa y, eventualmente, hablar con un terapeuta lo ayudó a aprender a sobrellevar sus desafíos de salud mental.

Manny es de Puerto Rico y le diagnosticaron hemofilia poco después de nacer. Si bien un trastorno hemorrágico le causó a Manny muchos desafíos físicos mientras crecía, también le trajo síntomas invisibles como dolor, fatiga, ansiedad y depresión. Ahora que vive en Nueva Inglaterra, Manny aprendió que escapar al aire libre y hablar con otros miembros de la comunidad de trastornos hemorrágicos lo ayudó a desarrollar estrategias de afrontamiento críticas para aceptar su condición.